Una nota manuscrita de Walter Kirke, jefe de los servicios secretos de la British Expeditionary Force(Fuerza Expedicionaria Británica) durante la Primera Guerra Mundial, despertó la curiosidad del historiador inglés Raphael Stipic…
[…] una joven se vistió como un hombre y se dirigió a la línea del frente con la esperanza de convertirse en corresponsal de guerra.
Era la historia de Dorothy Lawrence, la única mujer soldado del ejército británico.
Poco se sabe de la infancia de Dorothy, nos tenemos que trasladar a 1914 donde encontramos a una joven de 19 años tratando de abrirse paso como periodista en un mundo monopolizado por los hombres. Con el estallido de la guerra se ofreció voluntaria para viajar al continente y cubrir la guerra como corresponsal, pero ni los editores de los periódicos ni el Ministerio de la Guerra se lo permitieron. Así que, decidió viajar a Francia por su cuenta y allí unirse a la Fuerza Expedicionaria Británica. Consiguió atravesar el Canal de la Mancha y comenzó su aventura en suelo francés. En un pequeño café parisino contacto con dos soldados británicos a los que les contó su historia y su deseo de llegar al frente. Aunque trataron de convencerla de la imposibilidad de llevar a cabo su plan, su determinación pudo más y decidieron ayudarle. Pero como mujer era imposible… le cortaron el pelo, tiznaron su pálida cara, la vistieron con ropas militares -envolviendo sus pechos con tela- y le consiguieron papeles falsos con el nombre de Denis Smith. De camino al frente, conoció al que sería su ángel de la guarda, Tom Dunn, un ex minero alistado en la compañía de zapadores. La instaló en un cabaña cercana al campamento de la compañía, donde estuvo escondida varios días hasta que Tom logró mezclarla con el resto de los zapadores. Estuvo en primera línea colocando minas a 350 metros de las líneas enemigas, en tierra de nadie, y soportando los bombardeos alemanes durante 10 días. Los días que había estado escondida en la cabaña con apenas comida -la que Tom podía compartir con ella-, el frío, la humedad y, más tarde, el trabajo agotador entre trincheras, le pasaron factura. Sufrió un desvanecimiento y estuvo a punto de ser llevada al hospital de campaña donde se habría destapado su engaño. El agotamiento y, sobre todo, la preocupación no le dejaron dormir aquella noche. Sabía que si la descubrían todos los que la habían ayudado serían sometidos a un consejo de guerra. Así que a la mañana siguiente decidió presentarse ante el sargento de guardia y desvelar su verdadera identidad. El sargento la arrestó y lo puso en conocimiento de sus superiores. Dorothy fue sometida a un riguroso interrogatorio pensando que podría ser una espía pero de sus labios sólo salió su historia -en ningún momento desvelo el nombre de los que le había ayudado-. No sabían qué hacer con ella y decidieron ingresarla en un convento hasta poder repatriarla. Llegado el día de la vuelta a casa, le hicieron firmar un documento en el que juraba no desvelar cómo había logrado infiltrase en las líneas; en caso contrario, sería condenada a prisión.
Ya en Londres, y aún teniendo un historia que contar que le hubiese proporcionado el éxito y la fama como periodista, tuvo que buscarse la vida en otros menesteres. Terminada la guerra, pensó que ya estaba liberada de su juramento y publicó un libro con su historia “Sapper Dorothy Lawrence: the only English woman soldier”. El Ministerio de la Guerra no pensaba lo mismo y censuró su libro. En 1925, y tras denunciar una violación, fue ingresada en su psiquiátrico. Nada más se sabe de ella desde esta fecha, sólo que falleció en 1964.
Podréis encontrar más historias como la de Dorothy Lawrence en este libro de sorprendentes historias de la Primera y Segunda Guerra Mundial.
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